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Cuando la violencia es un motivo de consulta

Naturalizar la violencia es deshumanizar la humanidad
Hoy podemos decir que gran cantidad de las consultas psicológicas son por este motivo, ya que la violencia tiene manifestaciones diversas.

En algunas ocasiones se trata de lo expresamente manifiesto en situaciones de la vida personal, laboral y/o social. En otras, la agresividad se hace visible y potencialmente dañina, ante intereses, ideas, opiniones y decisiones contrapuestos que impiden la comunicación y el reconocimiento racional del valor enriquecedor de la variedad de criterios.

La comunicación basada en el respeto es básica para lograr una buena relación, en todo tipo de vínculo y para que no se convierta en violenta.

Las malas interpretaciones, el uso de términos y gestos agresivos resultan formas de violencia psicológica en el ámbito familiar, laboral, institucional, escolar.

El año 2020, en contexto de pandemia de COVID 19 y en cuarentena, produjo una pandemia paralela que surgió a la sombra de aquélla. Apareció en todos los escenarios de la nueva modalidad de vida cotidiana.

Un tiempo de incontables días de aislamiento o de confinamiento no natural sorprendió a grupos familiares viviendo en el mismo ambiente las 24 horas del día. Seudo convivientes que en jornadas normales se repartían horas, los hijos en las escuelas o guarderías, los padres en sus trabajos, en clubes, en actividades recreativas  y ante el impacto de una realidad desconocida, se tuvo que adecuar a convivir sin saber hacerlo.

La cuarentena despertó tensiones, estrés por incertidumbre, miedos por la inseguridad, la salud, la economía, etc. Y quedó en evidencia  “el vacío interior”, el vacío individual, de vínculos, de grupo, de pareja, de familia, de amigos, de compañeros. Surgió, ante la ausencia de certezas personales y sociales, la violencia como forma de respuesta, la violencia contra el niño y sus interminables tareas y su aburrimiento continuo, la violencia contra la

mujer en el caso del habitual maltratador, la violencia contra el adulto mayor que vive en la casa, que camina lento, repite historias y a quien hay que cuidar. Cientos de situaciones, todas nuevas y diferentes.

Si a esta realidad le agregamos dos ingredientes más, la pandemia sombra del COVID 19 se agrava.

Primero: los medios de comunicación invadieron todos y cada uno de los hogares con sobredosis de información certera o distorsionada, aclaratoria y confusa, transmitiendo tranquilidad o incertidumbre y angustia.

 Segundo: la tecnología se instaló, para algunos, como herramienta indispensable para todo quehacer. Su encanto y su poder, su buen uso nos conecta con el mundo, nos actualiza, nos beneficia. Sin embargo, su abuso nos desconecta del mundo real, humanizado, y el mundo virtual propone otros riesgos como el grooming, el ciberacoso, la pérdida de la creatividad, de habilidades motrices, la adicción al celular, la circulación viral de información perjudicial, entre otros.

Se ha generado un sinnúmero de casos, en esta pandemia sombra, de ansiedad, desasosiego, estrés, pánico, trastornos comunicacionales, irritabilidad, agresividad, finalmente transformados en violencia.

Este contexto nos plantea nuevos desafíos. Se trata de resignificar nuestros valores, nuestra capacidad de adaptación, nuestra capacidad de empatía, para recomponernos como humanidad. Esta crisis debería convertirse en oportunidad para aprender a aprender, para trabajar por ser mejores personas, mejores familias, mejores instituciones, mejores comunidades, mejores sociedades. Desterrando toda forma de violencia, para no autodestruirnos.

Ana María Raviolo

Psicóloga Clínica